En cuanto a su historia, la primera representación de perros Fu se remonta a la Dinastía Han, en el arte chino, hacia el 208 a. C. y hasta el 221 d. C. Sin embargo durante casi 400 años no se vuelven a encontrar y solo reaparecen en la Dinastía Tang (618-917 d.C.).
Su introducción en el arte chino coincidió con el budismo. La popularidad de este ser híbrido se fundamentó entonces en su simbolismo. El arte budista mostró a los leones, desconocidos hasta entonces, como seres benéficos y maestros de los felinos. El perro de Fu era protector de edificios sagrados y defensor de la ley. Los perros solían colocarse flanqueando portales de instituciones de negocios, de templos y, en general, de lugares habitados por gente distinguida. No era raro tampoco ver a estos perros sagrados guardando tumbas o frente a edificios de gobierno para asustar malos espíritus. Con el paso de los años se asentó la costumbre de regalar estos perros al Emperador representándolos en esculturas, tapices u otras artes plásticas.
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